Desde el año 2008, cuando el suministro de gas a Europa se vio negativamente afectado por los desacuerdos comerciales entre Rusia y Ucrania, asegurar el abastecimiento de gas se ha convertido en una prioridad de la política energética de la Unión Europea. De ahí que, desde entonces, la UE haya centrado sus esfuerzos en la diversificación tanto de fuentes energéticas como de rutas y proveedores.
En este sentido, la Estrategia de Seguridad Energética Nacional 2015, habla de la necesidad de “fomentar el aprovechamiento de fuentes de energía autóctonas para diversificar el mix energético y disminuir nuestra dependencia exterior”. En este sentido aboga por “impulsar la investigación y explotación de yacimientos de hidrocarburos y el diseño de planes de viabilidad para la extracción de estos recursos en el territorio en condiciones medioambientalmente apropiadas”.
El shale gas ofrece una oportunidad única para desarrollar recursos nacionales y reducir la dependencia de las importaciones procedentes de terceros países. La producción nacional de shale gas ayudará a revitalizar la competencia y permitirá reequilibrar la producción y las relaciones comerciales con los países importadores.
Otra cuestión relevante es el efecto positivo que sobre los precios puede tener la mayor oferta para los consumidores. Por ejemplo, como consecuencia del desarrollo del shale gas en Estados Unidos, el precio del gas ha caído un 50% desde 2005.
Oferta y demanda
Según la Comisión Nacional de la Energía (CNE), el sector del gas natural en España se caracteriza por haber sufrido un continuado y fuerte desarrollo durante los últimos 10 años, alcanzando porcentajes de crecimiento en la demanda sensiblemente superiores al crecimiento global de la demanda energética española. El gas natural llega a día de hoy a más de siete millones de hogares, y es una de las principales fuentes de energía utilizadas en la generación eléctrica, con una presencia en el mix de alrededor 40% .
Por otro lado, según datos de Eurostat, el consumo interior bruto de gas natural en toda la UE-27 en 2010 alcanzó el nivel más alto conocido hasta la fecha: 491,5 millones de toneladas equivalentes de petróleo (Mtep). Esto representa un aumento del 6,8% en comparación con el año anterior.
En España, el temporal de frío que azotó la península durante el invierno de 2012 tuvo una incidencia directa en el consumo de gas y electricidad. En ambos casos, la demanda para el consumo en hogares, comercios e industrias se disparó en febrero hasta alcanzar, en el caso del gas, máximos históricos (1.208 gigavatios hora).
Durante 2010, además, la UE importó el 63,5% del gas que consumió, lo que supone que la dependencia de las importaciones aumentó en un 5,6%. En España este porcentaje alcanzo la cifra de 99,4%. Rusia sigue siendo el mayor proveedor europeo de gas natural, seguido de cerca por Noruega. En el caso español, la procedencia del gas está muy concentrada en países no pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): Argelia, Nigeria y Qatar suministran cerca del 67% de la oferta.
Impacto del desarrollo del gas natural
Según un informe de la industria gasista europea (Eurogas), se espera que la demanda de gas en la UE aumente un 43% en comparación con los niveles de consumo actual, hasta alcanzar la cifra de 625 Mtep en 2030. De cara al futuro, y de acuerdo con las estimaciones de la Comisión Europea, la dependencia de la UE de las importaciones debería agravarse aún más, llegando a representar entre el 70% y el 80% del consumo total de gas en 2030. Esto se traducirá en un coste adicional de 700€ al año por cada ciudadano de la UE.
Estas cifras explican por qué disponer de nuevas fuentes de suministro de gas se ha convertido en una prioridad para asegurar el crecimiento económico en la UE-27. A pesar de que la puesta en marcha de diversos proyectos de desarrollo de infraestructura destinados a transportar gas desde diferentes regiones juega un papel importante, la Unión Europea y España no pueden permitirse el lujo de dar la espalda a la posibilidad de explotar sus propios recursos.
Si bien es verdad que los yacimientos “tradicionales” de gas están en declive, muchos países en Europa cuentan con importantes reservas de shale gas. Por ejemplo, en Alemania, el Instituto Federal de Geociencia y Recursos Naturales calcula que el volumen de shale gas que puede ser extraído es de entre 70 y 230 mil millones de metros cúbicos (BCM). En Polonia, el Instituto Nacional de Geología sitúa esta cifra entre 346 y 768 mil millones de metros cúbicos, suficientes para cubrir las necesidades del país durante 35 a 65 años.